Un lugar donde se toma el primer beso, el primer abrazo, la primera vez, lugar propicio para pensar, soñar y hasta para morir.
Un puente es un lugar donde quizás dejes las últimas lágrimas de un camino, o tal vez, donde dejaste los deseos y esperas encontrarlos a tu regreso.
La mayor parte de las veces, un puente une dos orillas que jamás se hubieran tocado, une lenguas, razas y creencias, lazos cuando las orillas sufren tener que mirarse eternamente sin llegar a acariciarse.
Muchos puentes parecen propicios para que la belleza se ancle en ellos, la primavera enmarca con los más bellos cuadros en sus paredes,.
Cuando de joven recorría las carreteras y veredas en mi camino, al pasar por algún puente era la oportunidad de medir mis metas, mis sueños y la distancia.
Algunas veces que regresaba de mis viajes, siempre esperaba con ansias el encuentro momentáneo con ellos, sintiéndolos como fieles guardianes que aguardaban mi retorno y protegían los recuerdos que dejé atrás.
Los puentes también son inspiración de grandes películas, puentes cargados de encuentros y desencuentros como (El puente de Waterloo) un encuentro que se eleva al cielo como una oración (El príncipe de las Mareas) un reflejo del hombre donde ve su mañana después de tantos años (Hombre tranquilo) y un puente con un destino final como es (Los puentes de Madison)
En la vida nosotros también construimos puentes que nos ayudan a cruzar nuestros sueños y metas, por eso es importante crear puentes y no, murallas.
Javier Fransoni |